Rebeca Buendía

Desconocemos y de hecho no nos importa la fecha exacta de nacimiento de Rebeca Buendía. En esta familia la queremos sin reparos epistemológicos y admiramos su carácter y buscamos imitarlo o darlo a conocer así esté justamente destinado al olvido y al denuesto, no nos importa, hay que luchar por que sus extrañezas sean conocidas por al menos esta generación, que puede que sea la última. El desconocimiento, decía, no es barrera para que la queramos. Rebeca era una huérfana de otro planeta que llegó a instalarse como ideal de ferocidad y tenacidad en una familia llena de dudas, ambiciones de poder colonial, grandeza y permanencia. Luego de la muerte de su marido, se exilió o se encerró, como debía ser, en compañía de una sirvienta y amiga fiel a la que seguramente no le dolió tanto su muerte como la soledad que tuvo que padecer sin ella hasta el fin propio. Se dice que una vez salió de su encierro «ya muy vieja, con unos zapatos color de plata antigua y un sombrero de flores minúsculas, por la época en que pasó por el pueblo el Judío Errante y provocó un calor tan intenso que los pájaros rompían las alambreras de las ventanas para morir en los dormitorios». Se desconoce en qué condiciones pasó el tiempo de su encierro, mientras le llegaba la muerte definitiva, verdadera, y padecía esa provisional que se procuró a punta de encierro y olvido. Alguien de su familia, Amaranta, que murió primero, esperaba con ansias que dejara de existir para poder celebrar una venganza que nunca pudo o quiso ejecutar ella misma y que esperaba que la Muerte le hiciera el favor de poner en marcha por un encargo telepático en honor a algún acuerdo que celebraron secretamente en la cofradía del Odio. Quién sabe qué recibimiento le habrá dado Amaranta a Rebeca cuando se vieron en el sitio al que van los muertos. A Rebeca Buendía de vez en cuando la recuerdan, y está bien, pero dado que su aspiración era la indiferencia, es mejor hacer como si la hubiéramos olvidado. Qué importa que sea contradictorio decir que así abogamos por mantener viva su memoria.

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